sábado, 19 de octubre de 2019

Orientar para la vida a través de la orientación para la carrera

¡Buenas tardes queridos blogueros!
En la entrada de hoy vamos a reflexionar sobre la orientación personal, académica y profesional. 


En un escenario marcado por la incertidumbre, la capacidad de adaptación al cambio cobra especial atención, estamos ante un futuro cada vez más incierto, sobre todo para la juventud. Con esta perspectiva, en los centros de secundaria, la orientación profesional debe actuar con un carácter proactivo, desterrar la acción puntual en los cursos terminales y pasar a ser un proceso continuo de acompañamiento y mediación. Los jóvenes, se caracterizan por la intensa búsqueda de identidad personal y social, por esta razón, en esta fase de la vida, la orientación debe acompañarlos a identificar los cambios que están forjándose en su entorno cultural, social, económico y natural, mediar para que éstos tomen conciencia de su propia identidad; ¿quién soy?, ¿dónde estoy? y ¿hacia dónde voy?, y responder a las necesidades de construir proyectos profesionales y de vida, propiciando que sean ellos mismos, los agentes activos de su propio cambio y facilitando la adaptación a nuevas situaciones y exigencias que provoca la transición a la vida activa.

Una buena orientación profesional debe acompañar a la persona a alcanzar su autorrealización, “llegar a ser lo que realmente somos”, para ello es importante que el joven conozca sus fortalezas y oportunidades (determinantes personales) para que las contraste con sus debilidades y amenazas (del exterior, sus determinantes sociales) y así responder a los cuatro interrogantes básicos del proceso de orientación: ¿quién soy? (Autoconocimiento, Determinantes personales), ¿dónde estoy? (Determinantes sociales), ¿qué hacer? (Toma de decisiones) y ¿cómo hacerlo? (Proyecto Profesional y de Vida-PPV).



En este sentido, es desde la Educación Secundaria donde se debe estimular el desarrollo de ciertas competencias en el alumnado que les capacite para responsabilizarse y liderar la planificación de su proyecto profesional y de vida, es decir, para afrontar cualquier situación que implique un cambio o transformación en su trayectoria vital, ya sea en el contexto académico, profesional o puramente personal (por las edades que comprende).
La orientación, consustancial a la educación, pretende el desarrollo integral de la persona, para ello debe abordar de manera conjunta, interdependiente y convergente los diferentes escenarios del joven: estudios, familia, aficiones, amigos, ocio, etc., ya que su finalidad es “ayudar a integrar la comprensión de sí mismo y del contexto y aplicarla en la planificación de la vida con el fin de lograr las decisiones más apropiadas no sólo en relación a la inserción profesional sino también personal y social”.

El progresivo alejamiento entre el sistema educativo y el laboral hace también de la orientación una necesidad. El sistema productivo ha sufrido numerosos cambios estructurales en un corto periodo de tiempo. Por el contrario a lo que cabría esperar, el sistema educativo evoluciona más lentamente a la hora de ofrecer una respuesta a esta situación, es decir, acercar a los estudiantes al mundo del trabajo, aunque actualmente se estén dando cambios importantes.

Toda orientación debe propiciar la satisfacción de estas tres necesidades básicas:
  • Personales y vocacionales, es decir, ofrecer los elementos de reflexión que los estudiantes necesitan para madurar personal y vocacionalmente. Estos elementos giran en torno a facilitar el autoconocimiento, la información sobre el contexto socio-laboral, la planificación de la carrera, el proceso de toma de decisiones, habilidades de búsqueda de empleo, etc.

  • Educativas, es decir, proporcionar aquellos elementos que ayuden o preparen al alumnado para la vida adulta. Dichos elementos se relacionan con habilidades de comunicación, trabajo en equipo, capacidad de iniciativa, liderazgo, hábitos de trabajo, etc.

  • Sociales, es decir, favorecer elementos que permitan afrontar situaciones adversas, como puede ser el desempleo, de la forma más favorable y activa posible. En este caso, los elementos hacen referencia a la capacidad de aprendizaje, flexibilidad, adaptación, versatilidad, renovación, gestión del conocimiento, etc.







Fuentes: 
  Iriarte, C. (2004). Orientar para la vida a través de la orientación para la carrera. Estudios sobre Educación, 7, 21-32.






2 comentarios:

  1. Como futura orientadora, no podría estar más de acuerdo con la manera que has tenido de abordar el tema de la orientación. Y como bien dices alcanzar esa autorrealización conlleva que el orientador debe tener un papel fundamental dentro de este proceso personal y educativo. Pero que lamentablemente, no siempre cuenta con dicha relevancia y que tan necesario es (que no se note que tiro para casa, para nada).

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    1. Muchas gracias por tu comentario Maialen.
      Que se note que tires para casa, que ser orientador no es una tarea fácil y como bien dices muchas veces no tiene la relevancia necesaria.
      Me ha gustado mucho trabajar contigo en las prácticas, en los institutos no se qué tal nos irá pero en un teatro bien seguro, ja ja ja

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